En primer lugar Trata a cada paciente de forma única y personal.
Una pregunta poderosa que hay que hacerse antes de empezar es ¿Cómo me gustaría que me trataran a mi para sentirme bien en la farmacia? El responderte te ayudará a empezar a empatizar con tu cliente.
– Tómate unos segundos para empezar a dar un consejo
– Observa Postura corporal, su expresión, su tono de voz, su respiración. Cuando nos tomamos unos segundo para conectar con el interlocutor, creamos un buen ambiente y percibiremos que hemos conectado con él (al principio, lo haces de forma consciente y después, cuando se practica, ocurre sin darte cuenta).
* Escuchar Para conectar con él, necesitas aplicar la escucha activa, la cual no se trata solo de escuchar, si no de observar sus ojos, su tono, sus gestos, atención total… Eso nos hará comprender mejor cual es la necesidad del paciente. La actitud es contacto visual y atención.
* Ser positivo Aunque a veces nos cuentan cosas negativas, se quejan por sus problemas o se enfadan por recetas o burocracia, siempre tenemos que transmitirles positividad. En la farmacia podemos ayudarle: Prueba con un “se mejorará”, “en un momento se lo soluciona el médico”.
* Ensutiasma Cuando argumentes el consejo, antes de soltar el rollo ¿Por qué no pruebas en explicarle cómo se sentirá cuando utilice lo que le estas aconsejando? Así, conseguirás empatizar y emocionar haz lo con entusiasmo, emociona con tu argumento, explicándole qué resultado obtendrá, cómo se encontrará después. No escatimes en adjetivos positivos. “La protección solar le protegerá y le mantendrá la piel joven y sin manchas”, “cuando tome el probiótico, tendrá bien las defensas y podrá prevenir enfermedades”.
Deja huella en tu cliente, empatiza, emociónale, crea experiencias únicas e inolvidables, trasmite lo mejor de ti en cada dispensación y convierte tus consejos en experiencias.
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